Repasar las estadísticas no agregan demasiado al análisis del panorama de los asesinatos en Mar del Plata. Los números muestran casi similitud con los de 2018, en una media que se iguala con la media nacional.
Por Fernando del Rio
Cuando el propósito es conocer el panorama criminal en Mar del Plata, en particular el de los asesinatos, contabilizarlos como una estadística futbolera no aporta demasiado al diagnóstico y hasta puede generar una conclusión irrelevante. Acotado a lo algebraico, el guarismo apenas sirve para unos gráficos sin sentido y cualquiera ganaría una apuesta si arriesga a afirmar que los especialistas no lo tendrían en cuenta.
Para satisfacer la demanda numérica, porque por otra parte es cierto que existe de parte de la comunidad, basta con decir que en 2019 se cometieron 47 homicidios ó 48 si se agrega uno de características jurídicas singulares. Si se quiere comparar con el 2018 se puede agregar que casi se mantuvo en el mismo segmento, ya que se comprobaron 45 asesinatos entonces y si se amplía el paralelismo con 2017 entonces la diferencia empeora: ese año hubo solo 33, la cifra más baja que se recuerde en Mar del Plata.
El interés sobre las cantidades de crímenes se agota en la cuestión de género: 100 hombres y 24 mujeres en estos tres últimos años. Vale distinguir que ese casi 30 por ciento de homicidios de mujeres no siempre son “femicidios” en términos jurídicos. De los 24, solo 10 fueron en contexto de violencia de género.
Entonces, ¿qué impacto tiene esta acumulación de hechos en cuestiones de seguridad o inseguridad? No más que lo cuantitativo, porque hay un elemento que generalmente se disocia del análisis de los homicidios dolosos y es el apartado de las tentativas de homicidios. Episodios de violencia similar al de los asesinatos terminan ocultos o desconocidos por banalidades como la “mala puntería” o la fortaleza física de las víctimas (en especial en heridas de arma blanca), y por aciertos como la pronta atención médica o la inmediata intervención policial.
Nahuel Fernández, un joven con frondosos antecedentes fue asesinado en las afueras de la ciudad.
La cantidad de heridos que se producen en conflictos interpersonales son ignorados porque en ciertos segmentos sociales se manifiesta una real resistencia a recurrir a la Justicia. Por ello, para conocer si una ciudad es más o menos violenta, si sus habitantes ajenos a conflictos graves con la ley están en riesgo, si la inseguridad es tema de vida o muerte, estacionarse solo en la cantidad de homicidios consumados es error.
Al respecto,y ingresar al análisis del tipo de homicidios observados en 2019, el caso de los asaltos que terminan con víctimas heridas y no asesinadas es crucial . En la naturaleza de un acto como el robo no está incluida la muerte, sino que ésta sobreviene de situaciones extraordinarias. Porque, por ejemplo, lo que sucedió con Mirta Zabalegui, la portera asesinada a golpes en el centro de la ciudad, fue un desenlace extremo pero que bien pudo haberse dado en decenas de otros hechos. En consecuencia, se renueva esa presunción inicial de la relatividad de los homicidios consumados como factor único para construir una idea certera sobre la situación en Mar del Plata de violencia, inseguridad y problemática homicida.
El drama personal
De los 46 homicidios, 36 tuvieron la características de que el victimario conocía a la víctima y la mayoría fueron personas con antecedentes penales. Se conoce estos episodios como “ajustes de cuentas”, aunque en ocasiones se trata tan solo de enemistad barrial y disputas meramente personales.
Este es uno de los problemas más enquistados en la sociedad, con una prevalencia mayor en la periferia de Mar del Plata donde la falta de control estatal se nota mucho más. La tenencia ilegal de armas de fuego es un factor decisivo: 17 ajustes de cuenta fueron con disparos y en otros 3 se usaron armas blancas. Las peleas intrafamiliares o vecinales tuvieron 7 víctimas fatales por disparos, 4 por apuñalamiento y solo una por golpes.
La prevención de estos homicidios -y aquellos hechos similares que causaron heridos- es compleja en tanto no se desarrollen políticas de control de armas precisas y presencia policial visible. Merodear con una pistola o un revólver debería ser una preocupación para el delincuente o para el vecino intempestivo y violento. En cambio, a juzgar por las características de los casos, no parece serlo.
En otro apartado está la violencia de género con resultado final el homicidio. De las 6 mujeres asesinadas en 2019, el estremecedor caso de Gisele Varela (la policía cuya pareja le quitó el arma en una parada de colectivos y la acribilló) y el crimen de Ana Laura Díaz (una joven marginal estrangulada por un hombre que le pagaba por sexo). El resto fue en ocasión de robo (Zabalegui, Lago, Yas y Fragoso).
Gisele Varela
Pero la violencia intrahogar de género a veces ofrece una consecuencia invertida: la mujer que llega al extremo del sometimiento y se defiende. Este año Mar del Plata tuvo dos mujeres que mataron a sus parejas, mientras que la justicia investiga el caso de la menor de 17 años que apuñaló a un hombre con el que se relacionaba.
Los asaltos
Los homicidios en ocasión de robo volvieron a sentirse en hechos que, por propia definición, causan estremecimiento. Fragoso, Zabalegui, Marcos, Lago, Paonessa, Borja Pastrana y Yas fueron víctimas de asaltos que, en algunos casos pudieron ser resueltos con al detención de sus presuntos autores.
La cantidad en este segmento sí reviste una importancia diferente por tratarse de la consecuencia de un ilícito que pone en riesgo a personas ajenas a cualquier conflicto. Son víctimas sorprendidas por el delito, que desconocen a quienes terminarán siendo sus verdugos, lo que propone un temor: le pudo haber pasado a cualquiera.
Finalmente dos robos concluyeron con los ladrones abatidos, uno en un comercio y otro en una vivienda del sur de la ciudad.
Por último, el homicidio 48 es el de Alejandra Almada, aunque las características que lo rodean lo convierten en un caso único. Almada caminaba por la calle cuando Nicolás Echeverría (26), un delincuente que acababa de robarse una camioneta la atropelló en la huida. La muerte fue instantánea. La Justicia imputó el homicidio a Echeverría pero se discutirá en juicio si se trata de un dolo eventual o de un culposo.
Mar del Plata logró bajar años atrás su índice de asesinatos. De duplicar la tasa nacional a igualarla. Sostener la tendencia será producto de la anticipación, la prevención y el control estatal.